19 de enero de 2007

Plaza Mayor

Hace tiempo, cuando todavía no existían esos anuncios libertarios de IKEA, decidí añadir un nuevo artículo a mi Constitución: No dejarás pasar más de dos meses sin estar en la Plaza Mayor. Desde entonces lo he cumplido. Varias veces al año, en diferentes estaciones, decorado con todo tipo de instalaciones o, en la versión que prefiero, libre de obstáculos y ocupado únicamente por la gente, vuelvo a recorrer en zig-zags ese escenario que me recuerda como ningún otro en Madrid la multiplicidad de voces, de vidas, que describe hasta la nausea Virginia Woolf en "Mrs. Dalloway".

Estaba en una época de ésas en que no puedes estar en casa por mucho que IKEA te anime a enrocarte en tu República Independiente, allí me ahogaba, me perdía en mis obsesiones, y por eso cada tarde al salir de mi trabajo me lanzaba al centro y buscaba sin cesar en las calles, buscaba una vía, alguna señal que me indicara el siguiente paso, cómo salir del desconcierto que queda tras el dolor. Y un día, dejándome llevar, aparecí en la Plaza Mayor. Había estado muchas veces, pero en otras circunstancias. Los lugares no son los lugares, son lo que vemos en ellos. Y ese día, como nunca hasta entonces, me sentí perteneciendo a algo superior a mí, algo simúltaneo que nos ocurre a todos y que nos iguala en este transitar por la vida como quien coincide o contempla o se choca con alguien en una plaza, al azar de un camino del que no somos conscientes, un camino lleno de aciertos y errores que, si alguien nos viera desde lo alto, si alguien abarcara la totalidad, el susurro infinito de este enjambre de culpas, nostalgias, empeños o ilusiones, sólo podría sentir ternura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Has tardado poco en volver...me alegro mucho.
"Los lugares no son los lugares, son lo que vemos en ellos".....la plaza mayor de Madrid, un rincón especial de Paris...qué razón tienes. Y cómo varía lo que vemos en los lugares, según nuestro estado de ánimo o nuestra compañía...

andrés dijo...

hay algo de existencialismo postminimal en cumplir tal artículo de la más importante de las Constituciones, la de la República Independiente de Uno Mismo, o en el dejarse derivar por las mismas ajenas calles de siempre como cierta Virginia dejándose llevar por el cauce de cierto río pero mucho mejor, sin hundirse, sin perder el calor.

gracias por la lectura