22 de septiembre de 2006

Recapitulando

Mis dedos estos días se posan en otras teclas, son blancas o negras y surge música de ellas. También a veces el pulgar y el índice sostienen una púa de guitarra y entrelazo acordes que con suerte me suenan bien, y entonces se quedan y sigo tocándolos hasta que se destila una canción. Hay otras ocasiones, muchas, en que mis yemas rozan, apresan o se hunden en la piel de mi chico, y es que en estas últimas semanas el tiempo del amor se extiende a lo largo del día sin pausa, sin tener que esperar a la noche, ya cansados después del trabajo. Y, sobre todo, mis dedos pasan páginas de libros, devoran celulosa sin parar hasta que llega la palabra fin y buscan de inmediato una nueva presa.

Sigo teniendo ideas para textos. Recuerdo, imagino, esbozo historias... pero mis dedos rehuyen las teclas del ordenador. Supongo que sigo adaptándome a la libertad de no tener que estar mirando a una pantalla durante horas y horas, la libertad de decidir cada segundo. Quizás tampoco ayude algo tan pedestre como que llevo todo el mes sin conexión. En el fondo, tampoco creo que haya una razón concreta. Ni siquiera hace falta buscarla.

Pero pronto, lo siento crecer, el flujo de retazos de vida (mía o de otros, real o inventada) volverá a discurrir por este blog.

1 comentario:

Anónimo dijo...

MM que libre suena tu vida ahora.