15 de septiembre de 2005

Monólogo del día a día (II)

Hoy todo será distinto, se dice. Se afeita la barba escasa como cada mañana. Luego viene el after-shave, el desodorante, la colonia... Hoy va a ser diferente. Si la corbata me aprieta, la aflojaré. Si necesito descansar dos minutos, me levantaré a por un café... El tazón de desayuno apurado entre noticia y noticia, el traje planchado la noche anterior armándose sobre su cuerpo. Treinta y cinco años, ¿esto va a ser siempre así? Las llaves colgando de la puerta, dos vueltas y escaleras abajo, calle y caminata de tres minutos exactos hasta el metro. Ocho de la mañana, un enjambre humano agolpándose en la plataforma. Un día más... Ocho horas, o nueve, o diez... Mi jefa... Ese lameculos... Llego tarde... Y sin embargo, cada hormiga carga con su peso en solitario, sin transparentar su angustia. Cuando las puertas se abren, las hormigas se empujan unas a otras dificultándose el paso, haciendo más dura la carga.

No hay comentarios: