Pronto cumpliré tu edad: treinta y cinco. Soy joven, nunca perderé mi juventud. Ya no. Tú, lo sé porque te he visto reír como un niño tantas veces, tampoco. La botella, tienes razón, flota en el océano. Y nada impide que siga flotando, así que deja de sentirte "detestado, borrado, olvidado". Los dos hicimos mal las cosas, antes de conocernos y también estando juntos en ciertas ocasiones. Ya nos hemos pedido perdón con razón, con mucha razón. No hay más que decir al respecto, las palabras han dado de sí todo lo que podían. Punto y aparte. Escribamos nuevos párrafos, tu carretera y la mía se pierden en el horizonte y prometen muchas emociones. No es probable que vuelvan a cruzarse, aunque tampoco imposible. ¿Qué debe importarnos hoy, ahora? Nada, créeme.
I have been here many times before, pero sigo aprendiendo. Aprendiendo el mundo, aprendiéndome.
Creo que la juventud era esto.
1 comentario:
Dos tiempos y uno solo.
En el añadido: el deseo, incluso anterior a la historia. Y sí, la palabra... no hay desdén sobre ella, es el hilo de Ariadna.
Qué lejos... y paradójicamente -y con severidad- Qué cerca.
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