10 de agosto de 2005

Imposible pensar en otra cosa, alejarme de lo que se agolpa en el alma. Hora a hora ser, obstinadamente, eco, resonancia de palabras, miradas, besos. En la tristeza de la noche, en el miedo de la mañana, en la extrañeza de un mediodía de agosto donde el calor me deja frío. Y es que cada vez todo es más pequeño, tan diminuto como un tacto de paladar, una uña que se clava en la piel. Querría gritar.

3 comentarios:

León Sierra dijo...

Creo que la vida, a perte de sueños,sombras y deseos también está altamente contruida de huellas, no crees?

Anónimo dijo...

Creo que me has dado el título de mi próximo trabajo, que ojalá sea un disco comme il faut... Sí, las huellas se hacen además más cruciales conforme pasan los años. Se acumulan, se superponen, a veces -pocas- se borran... Tiene que ver con la sensibilidad, acaso la melancolía. Los que somos así lo sabemos muy bien, ¿verdad?

León Sierra dijo...

definitivamente...!