20 de abril de 2008

De menos

Es simple, tanto como la diferencia entre tomar tu cuerpo entre mis brazos o ver tu imagen borrosa en una pantalla de ordenador. Me faltas, y mi mayor felicidad es poder olvidar -brevemente- tu ausencia. No hay más, en realidad nada hay que ocupe ese hueco en mi cama, al otro lado de la mesa, en mi vida. El resto, amor, son espectros. Sigue sonando simple, ¿no? Es que lo es, tanto como que un segundo sucede a otro, y a otro, y a otro.

Sonríes al otro lado del mundo, y tu sonrisa me llega en un par de fotogramas y enseguida se torna otra cosa. Pero tu voz. Tu voz sí me transporta a un sueño: hemos destrozado los imposibles que nos separan, la vida nos ha dado de nuevo lo que nos quitó. Saber que vendrás en unas cuantas semanas no agota mi ansia: la multiplica. Querría que fuese ahora, ya, cuando tu voz suene en mi oído y el olor de tu pelo me devuelva de golpe todos los pedazos de tiempo que he vivido contigo.

Soy un puzzle con solo dos tipos de piezas: las que encajan y las que no. Tus piezas, amor, las que inundaste de tu belleza, son de las que encajan. Todas, incluso esas últimas que añadimos con aparente desacierto. Solo tenemos que darles sentido, o tal vez ellas mismas lo están encontrando ya. No lo sé, me lo sigo preguntando pese a la impotencia, el dolor, pese a cuánto, cuánto, te echo de menos.

2 comentarios:

Perraburu dijo...

Tan sólo me pasaba a saludarte... Hace tanto tiempo. Prometo volver más a menudo por este lugar que siempre me ha traído paz. Estoy leyendo poco a poco tus últimas entradas.

Anónimo dijo...

Hola! Qué bueno tenerte de vuelta, ahora me tocará leer tu nuevo blog que acabo de descubrir. Siempre se vuelve a esto, ¿eh?

Un saludo.