2 de junio de 2007

La Soledad


Está película, la segunda de Jaime Rosales tras "Las Horas del Día", participa de la mirada pura de otras -escasas- joyas recientes del cine español como las aquí comentadas "La Línea Recta" y "Ficció", una mirada fronteriza con el vouyeurismo de quien a través de una mirilla o a una prudente distancia contemplara a una persona en su cotidianeidad propia e intranferible.

"La Soledad" pone su acento en aquello que el 99% del cine español ni siquiera se le pasa por la cabeza mostrar. La tragedia (una separación, una operación de cáncer, un atentado) la conocemos bien, no merece la pena gastar metraje en ella porque lo perdurable, lo que no deja de martillear la conciencia, es todo el tiempo que queda por delante una vez que el hecho puntual ha sucedido. Y de ese tiempo, Jaime Rosales elige como acostumbra los momentos donde nada extraordinario ocurre pero que son los que catalizan esos procesos internos que bullen en cada uno de nosotros hasta que un día cualquiera estallan.

Es "La soledad" una película que me resisto a llamar lenta o difícil porque sólo lo sería en comparación con otras que lo quieren meter todo y que acaban dejándose fuera lo más importante, que nos dictan lo que supuestamente debemos sentir impidiendo cualquier contacto verdadero entre espectador y personajes. A medida que el film avanza todo duele, en cada palabra o movimiento de estas mujeres percibimos con afilada nitidez la rabia, impotencia o desolación que hay detrás. Ése es el milagro de Jaime Rosales: que todo lo que el cine pone a su alcance (incluyendo la novedosa polivisión que usa con bastante más acierto que arbitrariedad) lo revierte en cercanía, en verdad sin aderezos, en ganas de abrazar o decirle algo a Adela, a Antonia, a esas mujeres que las extraordinarias actrices sin excepción alguna representan en el límite de lo real y lo ficcional.

"La Soledad": recomendada para quienes no temen mirarse en los espejos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me ha gusta mucho este post; la soledad, ese acompañnte de por vida, auqnue estemos acompañados. Y es cierto, la vida son sorbos de lo cotidiano, no grandes efemérides.

abrazos

siloam

Para, creo que voy a vomitar dijo...

A punto estuve de ir a verla hace un fin de semana.

Ahora me arrepiento.