15 de enero de 2019

Aquí y ahora



Unas de las constantes de mi vida es llegar tarde a las cosas importantes. Sí, puedo afirmar que he llegado, pero tampoco tengo duda de que no lo he hecho en el momento más adecuado, cuando era natural darme el primer beso con un chico, irme a aquellos conciertos de U2 y The Cure en San Sebastián cuando iba al instituto, encontrar mi vocación (en esto aún estoy)... Hace tiempo que no me amargo por eso, otra de las cosas a las que he llegado tarde es a quererme de verdad, ser positivo, vivir al máximo en el presente.

Todo esto viene a que anoche volví de un festival que se celebra en un inenarrable resort turístico de la costa sur de Inglaterra. Es la tercera vez que voy al Rockaway Beach Festival, en Bognor Regis, y es el tipo de experiencia para el que aquel adolescente fanático de la música estaba preparado, destinado, y que tanto tardó en disfrutar. Ya ahora hay conciertos o festivales donde me veo demasiado mayor, donde mi presencia es apenas "socialmente aceptable", y sé que en unos años habrá pocas ocasiones en que me sienta tan a gusto como en este festival. De hecho lo extraño en él es ver a gente por debajo de cuarenta años, y eso que más de la mitad de la programación son bandas emergentes. También ocurre que el público "indie" de ahora no es exactamente como uno lo esperaría, pero eso es otro tema.

Lo que quería decir es que soy inmensamente feliz haciendo estas cosas, cosas que podría llevar haciendo casi treinta años, aunque quizá la intensidad que siento en estos días ya la habría vivido en ese pasado imaginado y estaría más a vueltas de todo. Nunca se sabe, lo cierto es que he llegado, que estoy aquí y que pienso correr hasta el final.

26 de diciembre de 2018

Primera pieza

Esto es anacrónico, el mero hecho de estar sentado en un escritorio usando mi portátil como hace ocho o diez años lo es. Sin embargo, o quizá por eso, me siento en casa haciéndolo. Y quizá lo más importante sea eso: recobrar sensaciones placenteras y, de paso, recobrarme a mí mismo. La excusa de que el año se acaba la he pensado a posteriori, así que no es la razón por la que me he decidido a publicar este post.

Incluso el vocabulario suena añejo: "publicar", "post" o la elección de palabras y estructuras al ir escribiendo que no encontrarían su lugar en un tuit o un pie de foto de Instagram. Y, de nuevo, para una persona como yo que tanto me gusta(ba) escribir, es un placer. Aunque hay un motivo subcutáneo por el que deseaba volver a escribir. Necesito ejercitarme porque quiero publicar mi segundo poemario. Está verde, más de lo que me gustaría, pero sí es más que un proyecto y podría estar listo en pocas semanas. Tengo bastantes piezas, pero no todas, y las que me faltan tengo la corazonada de que son las que lo definirán absolutamente.

La dificultad que estoy teniendo para darle forma es de fondo. Temo a los lugares donde me voy a ver obligado a acudir. Lugares de la memoria, lugares donde me muevo con la misma o más torpeza que antaño, lugares habitados por miedos, rencores, inocencia, fantasías, logros, renuncias, vergüenza, arrepentimiento. Es el poemario del escapismo imposible, efímero, de lo que fui y lo que soy. Es algo que solo podría escribir pasados los cuarenta, y en pocos días me caen (vaya si me caen) cuarenta y cuatro.

Así que esto, escribir y publicar, es lo que quiero hacer. Y me ha costado años darme cuenta de que cuando uno desea escribir el acto ha de permearse a todos los medios donde uno puede hacerlo. Este blog ha sido mi lugar al que volver siempre, así que tiene todo el sentido que, como metáfora de lo que voy a tener que hacer para parir mi poemario, haya acudido aquí para expresarme con la libertad de quien se sabe no leído y contar estas cosas para que no se queden dentro de mí. Es la única forma, también, de asegurarme de que volveré con regularidad, ligando el destino de ese poemario al de la continuidad de lo que a pesar de todo podría parecer no mucho más que un arrebato.

Quiero ser la mejor versión de este hombre de casi cuarenta y cuatro años, quiero estar a la altura de mis certezas, de mis necesidades más auténticas. Lo contrario ha de ser insoportable a la fuerza, aunque para llegar a esos lugares tan conflictivos deba desaprender tantos vicios infértiles (lo diré: todo a lo que aboca un smartphone si no nos resistimos a su atracción nefasta) y centrar mis fuerzas en este empeño.

Hasta pronto, me digo.

25 de enero de 2018

Un paso

Sin tenerlo previsto, ayer me dio por escribir un relato que continuaría la serie Chico Bisex Busca que escribí para la revista Achtung! y que constó de tres "temporadas".

El origen está en un edificio que me encuentro a diario en el camino a mi nuevo trabajo. Las primeras semanas cogía el bus para cubrir el espacio que separa las oficinas de la parada de metro más cercana, pero últimamente prefiero andar. Este antiguo centro de instrucción es lo que más me intriga, lo único probablemente. Su abandono tuvo lugar en torno al principio de la década. Si la parcela no ha encontrado comprador, ha de ser por la crisis, porque por lo demás el barrio se presta a la especulación como el que más. Por eso, cuando lo veo, no puedo evitar pensar en lo efímero de su abandono en contraste con el largo tiempo en que tantos hombres coexistieron en sus entrañas.

No sé si este relato dará origen a otros, pero sí me apetecía compartirlo y por eso he creado un blog para colgarlo que, en el mejor de los casos, me anime a escribir más. Álvaro es un personaje que hice desaparecer, pero la primera vez que me paré a contemplar el amanecer desde las rejas que protegen el centro, me vino a la cabeza un esbozo de historia que lo incluía, porque cuando haces desaparecer un personaje en ti mismo (qué ingenuidad), es inevitable que vuelva a manifestarse y a cobrar vida. Lo ha hecho, y la verdad es que Álvaro no ha cambiado en nada.

Por último, no me apetece "promocionarlo" en las redes actuales. Prefiero hacerlo aquí, modestamente, y confiar en que llegará de otra forma a quien esté destinado a leerlo. Pronto hará trece años que tengo este espacio y, pese al abandono no deseado pero al que tampoco pongo remedio, es donde más cómodo me siento. Ya lo he dicho alguna vez, pero echo mucho de menos el tiempo en que el blog era la principal red social. Yo he perdido mucho, desde luego. Lo inmediato pasa sin dejar huella. Quiero que llegar a este relato tenga un valor.

Y podría pasar una cosa más, lo acabo de pensar: podría pasar que esta publicación sí pueda continuarse en otras. Quizá se trataba de eso. Ojalá.

15 de julio de 2017

Un Sueño

Esta noche he tenido un sueño.


Resulta que Google Street View se había grabado en vídeo desde los 90, con archivo y, lo más importante, en plan realidad virtual.

Empecé prudente por aparecer hace unos años en Callao. Era alucinante estar allí, sí, pero se parecía bastante a ahora. Ya lo había vivido.

Elegí otra vez Callao, 1995: la FNAC con carteles de cine de anacrónicos, otros edificios irreconocibles, bocas de metro extrañas...

Tal vez la técnica no estaría refinada al principio. La gente no me veía, pero yo no podía haber estado en esa grabación. Me parecía normal.

Me apeteció volver a casa en metro, o puede que temiera algo. El mapa de líneas se ajustaba más o menos, así que me metí.

Mis euros no valían de nada, mis tarjetas tampoco. Estaba desvalido, pero los sueños son mágicos y de pronto había dejado atrás los tornos.

La confusión era obvia, ¿acaso habían grabado bajo tierra? Paredes de colores (inexistentes en 1995), halls inútiles, pasillos sin fin...

Eché a correr. Me tropezaba con la gente, jadeaba, empujaba puertas que se abrían a nuevos espacios que nunca llevaban a ningún andén.

Creo escuchar un rumor. ¡Es un tren! Ya me da igual la línea o en qué dirección vaya. Subo unas escaleras y llego al andén, se acerca.

Algo me aterroriza cuando se detiene: no hay nadie dentro. El andén está igualmente vacío. Aunque lo peor está por venir.

Los sueños pueden ser mágicos, pero también terribles: ahora estoy de pie en el túnel y el tren va a reiniciar su marcha. Va a arrollarme.

Cierro los ojos y hago zoom out hasta el presente. Estoy en Zaragoza, en la cama del que fue mi cuarto hasta los veinticuatro años.

Entonces me pregunto si podría haber soñado esto en Madrid, en mi cama, en esa casa a la que quería volver en mi sueño.

Vuelvo a dormirme.

18 de mayo de 2015

DE VECINO A VECINO


Me dirijo a ti con motivo de las elecciones del próximo domingo. En concreto, querría hablarte de Manuela Carmena, la candidata de AHORA MADRID a nuestra alcaldía. Puede que ya la conozcas y pienses votarla. En ese caso, solo debo pedirte que intentes convencer a toda la gente que puedas de acudir el domingo 24 a hacer lo mismo. Es necesario, es útil, es un bien que nos haríamos a todos, incluso a los que van a votar otras opciones políticas. Porque tú y yo sabemos que una Manuela alcaldesa haría de todo Madrid, para todas las personas, un lugar mejor.

Si, por el contrario, no la conoces o no piensas votarla, te pido con la mayor humildad que leas lo que deseo contarte. La candidatura de AHORA MADRID no pertenece a ningún partido. Sus personas han sido elegidas una a una en libertad por todo el que ha querido participar. Manuela es de izquierdas y no lo niega. Quiero contarte que para ella ser de izquierdas es “luchar siempre por la igualdad, tener claro que las grandes mayorías tienen que tener los mismos derechos que las minorías privilegiadas”. Ser de izquierdas es “poner en práctica los derechos humanos”. Y es que Manuela opina que “no se puede ser una persona cabal si no te hiere la desigualdad que ahora vivimos”. Qué cosa tan temible ser de izquierdas, ¿verdad?

Sin embargo, ¿hace falta ser de izquierdas para votar AHORA MADRID? Créeme: rotundamente, no. Los grandes medios y partidos han querido meter miedo con temas como las pensiones y las hipotecas, parece que si no gobiernan ellos, la economía se irá a pique, cuando la única verdad es que quienes han puesto en riesgo nuestro bienestar, especialmente el de la gente mayor, son el PP y el PSOE. Ellos han gobernado durante más de 30 años podridos de corrupción, de despotismo, a espaldas de los vecinos de esta ciudad como tú y como yo. Pondría no una, sino mis dos manos en el fuego, por Manuela Carmena y el resto de personas de su candidatura.  Pero lo que hace falta es poner juntos nuestras manos en la urna donde nos toca votar, con un sobre lleno de la ilusión de una papeleta, la de AHORA MADRID, que nos representa a todos, que nos quiere ver felices a todos, orgullosos de esta ciudad que se ha vuelto sucia, triste, más inhóspita.

Nadie me paga por contarte esto. Soy un vecino tuyo que ha pensado que debía contarte por qué voy a votar a Manuela Carmena y por qué creo que cualquier persona sensible e inteligente debería hacerlo. Si miramos a los ojos de cada candidato a la alcaldía, si de verdad vemos los debates que van a tener lugar justamente entre hoy lunes y el miércoles en Telemadrid y les escuchamos con atención, creo que mis palabras quedarán mucho más pequeñas de lo que ya son cuando Manuela hable y explique su idea y sus propuestas para esta ciudad frente a las ideas y propuestas del resto.

Gracias por leerme, gracias por querer lo mejor para Madrid votes lo que votes.