27 de febrero de 2010

El valor de los pájaros

(Prólogo a mi poemario de próxima publicación, en el que me reconozco al punto del asombro, el vértigo, la tristeza. No sé si tengo tanto valor, lo que sé es que el frío me duele cada día más, días en que no quisiera ser como soy, días en que no puedo nombrar la vida.)

Le courage des oiseaux.
Dominique A.

Escribía Luis Rosales en sus Rimas (1951) que los poetas “es preciso que escribamos… desde el solar de nuestra propia alma”. Esta actitud ante el hecho creativo es parecida a la de Miguel Hernández, quien escribía en uno de sus más celebrados sonetos de El rayo que no cesa (1936): “la lengua en corazón tengo bañada”. Ideal que conecta con las teorías poéticas renacentistas y se remonta al misticismo de Hugo de San Víctor (S. XII), que entintaba –nos cuenta en sus tratados– la pluma en el cálamo del corazón. Esos valores (franqueza, verdad, similitud y realismo) son los que recoge Antonio Calvo Elorri en el libro que tenemos ahora en nuestras manos.

La obra de Antonio nos adentra –con un lenguaje sencillo, sobrio, coloquial– en un entorno urbano tanto público (polígonos, bares, oficinas…) como doméstico, donde se localizan las distintas vivencias amorosas del sujeto que enuncia. Es precisamente el amor, su carácter caduco y perecedero, el tema principal del poemario. Así, en algunos poemas la voz narradora recuerda con nostalgia un pasado remoto no exento de ternura, sacrificio, complicidad y deseo; mientras que en otros textos –aquellos localizados en un tiempo presente– el narrador asume (sin dolor) que no es posible la permanencia en la vida de los otros más allá del sexo. Los encuentros son meros simulacros de relaciones afectivas plenas y están abocados a su extinción. A veces, incluso, la interacción se agota en un simple intercambio de miradas y gestos que no tiene futuro; en estos casos, la promesa de la posibilidad queda abolida por la falta de tiempo o de un contexto social adecuado para que dos personas se conozcan.

Antonio Calvo Elorri ha tejido con sutileza un poemario que ahonda en dos obsesiones diferentes: la pérdida (de lo que fue) y la intrascendencia (de lo que es). Toda la realidad ha sido congelada. El narrador pasa la mano lentamente por encima de un bloque de hielo que sólo irradia frío. Sin embargo, lejos de entumecerse, la mano escribe y nombra ese cristal tan frágil que es la vida.

Antonio, pues, ha demostrado en este primer libro de poemas que posee una voz sensible y un espíritu audaz, como los pájaros que cantan en el viento helado.


Ariadna G. García (*)


(*) La poeta Ariadna G. García fue ganadora del Premio Hiperión con "Napalm" en el año 2000.





Autor: Dominique A.
Título: Le courage des oiseaux
Álbum: Sur nos forces motrices

2 comentarios:

Vulcano Lover dijo...

Los otros precipicios ya los hemos comentado en persona, Antonio, me quedo con esto ahora:

El narrador pasa la mano lentamente por encima de un bloque de hielo que sólo irradia frío. Sin embargo, lejos de entumecerse, la mano escribe y nombra ese cristal tan frágil que es la vida.

Así es, el dedo sobre el frío que recubre la fragilidad de nuestra existencia, intentando escribirla desde el corazón, con el corazón en la boca.

:)

Anónimo dijo...

¿no es posible la permanencia en la vida de los otros más allá del sexo?.


"el amor dice esta imagen, es como la relación entre un pez y una bicicleta, puesto que ni uno ni otra pueden calcular aquello que los une: el amor es la fuerza de lo antiutilitario en las vidas. lo que existe entre el pez y la bicicleta es el vacío, el "nada en común", que deberia hacerse común cada vez. Sobre ese vacio los amantes son construidos por el amor. Alain Badiou agrega que, si el amor es una relación entre dos que no encuentran uno en el otro un solo aspecto de utilidad, política sería una relación amorosa que involucra a muchos"

Deseo un libro.