31 de agosto de 2008

Retazos de un verano (I)

La naturaleza, la inmensidad, nuestro animal. El poder del mundo y la flaqueza del hombre.


Un camino inesperado, dos que se aman bajo la lluvia, una ciudad que se deja recorrer sin expectativas y por ello sorprende con rincones de belleza.


Sonaba esa música que nos gusta, la música que silencia todas las palabras, y más si afuera llueve y estamos en una ciudad noruega que podría ser Madrid que podría ser Quito que podría ser...


Fuerza, gravedad, estrépito al borde de una vía de tren.


Te quiero.


En los países nórdicos, los cementerios ocupan manzanas enteras en medio de las ciudades. Allí a los niños les enseñan el "Grito" de Munch desde pequeños. Les enseñan el terror del hombre a la vida, a la muerte.


Obsesión repetida en calles y andenes. Eros contra Tanatos. Belleza y deseo.


Desnudez, oasis, piel dorada sin pudor.


Una visión, un instante, un milagro.


Amiga querida, alma generosa... Lo que necesitas, que te venga.


De alguna manera, ya casi no estás.


Dos chicos dejaron su ciudad para conocer el amor. Esta canción, escuchada este verano que ya acaba en un pub donde nos soñamos, sonará junto a otras en nuestras cabezas. Aquí, y allá.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues yo,por amor, casi al final del verano, herí al amor, y ahora queda herida, grito y lamento.