18 de febrero de 2015

Prueba y error

Hoy he terminado Canciones de Amor a Quemarropa. Me ha tocado, me ha dejado tambaleando con unas cuantas preguntas y otras tantas respuestas que de tan simples parecen mentira. Pero no, no soy tan distinto de Henry, de Lee o de Kip. Mis necesidades son las mismas: ser amado, encontrar mi lugar, hacer lo correcto... Justamente por ese reconocimiento continuo e intenso con los personajes, me he sentido acompañado en estos días. Sabía que podía abrir la novela donde la había dejado y conectar de nuevo con ese mundo fuera de mi mundo, lejos de Madrid, con otros referentes. Y ahora echo de menos a Henry, a Lee, a Kip, a Ronny, a Beth, a Felicia, incluso a Lucy...Algunos, la mayoría, encuentran la felicidad. Otros no, otros están marcados y no serán capaces de alcanzarla. En todo caso, nada será blanco o negro todo el tiempo. Dicho de otra forma: todos han renunciado a algo, todos han apostado por una clase de felicidad. Y a ella tendrán que aferrarse con toda su fe.

El domingo pasado escribí el primer poema de lo que, espero, será mi nuevo poemario. Tiene un título provisional, tiene un tema central, pero escribir es un acto con vida y no siempre podemos enderezar lo que la mente dicta. Ni siquiera debemos. Eso es lo que más amo de la literatura cuando estoy de este otro lado: dejarla libre, dejar que revele lo que en el fondo quiero revelar más allá de límites previos. Por ahora me toca confiarlo todo a esa impredictibilidad, permitir que el plan se desbarate, seguir los caminos que la razón pone en duda. Mientras me deje llevar, alcanzaré lo que todavía no puedo ver.


Amo GIRLS. Cuando Lena Dunham acierta, te deja paralizado de dolor, de alegría, de chispeante lucidez. El capítulo de este domingo, "Sit-In", ha sido de esos que sobresalen en una serie ya de por sí sobresaliente. Hannah, Marnie y el resto de chicas se enfrentan siempre sin barreras a abismos emocionales que, quienes hemos vivido lo suficiente, hemos sorteado con más o menos fortuna. Los protagonistas jamás tienen certezas absolutas, todo son indicios, señales que pueden malinterpretar, pero eso es todo lo que el mundo posmoderno que habitamos nos permite. Somos incapaces de la coherencia precisa, de la fidelidad tal y como se concebía en anteriores generaciones, la ética ha cambiado y con ella nuestra capacidad de equivocarnos casi a cada paso. Lena Dunham sabe dibujar con un par de trazos situaciones inundadas de interrogantes, de decepciones, de sorpresas maravillosas que nos dan una esperanza efímera. Pero al final estamos tan solos, tan abandonados como los homeless, solo que sin su capacidad para ir por la vida tan desprovistos de todo cuando las circunstancias se conjuran en nuestra contra. En GIRLS no hay lugar para la redención, desde luego no la redención de los protagonistas de Canciones de Amor a Quemarropa.


Son días de prueba y error. Días de no juzgarme más de la cuenta y abrirme a lo que la vida me depara con la capacidad de asombro necesaria. Hay que seguir, avanzar contra nuestros instintos. Todo es ambivalente, todo está ahí esperando a ser descifrado, como una de esas pistas que pueden llevarte o no a resolver un misterio. Merece la pena, pese a todo, porque si el misterio de la vida no lo merece, ¿qué nos queda? Vivir exige destrozar los muros que nos apartan de la improbable felicidad.

Por experiencia, afirmo que los refugios están bien como lugares donde tocar fondo y rebotar con fuerza, con dignidad, con confianza en que los demás no son una masa sino un conjunto de individuos capaces de revelarnos lo más valioso de nosotros, nuestra mejor versión, la más cercana a la que soñamos que seríamos en un futuro que -ahora lo sabemos- se cierne sobre nosotros como un huracán. Pero el destino de todo refugio de la vida allá afuera es la ruina, la reducción a escombros de nuestro miedo y nuestra nostalgia. Permitamos que colapsen y no miremos atrás nunca más.

Dejémonos arrastrar, Qué más da, la ventajas del mundo posmoderno es que podemos cambiarle el decorado y creer que con eso basta, Y nos lo creemos, y con eso suele bastar.

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