28 de enero de 2008

Papallacta

Madrugada, despertar de sueños extraños. Pensar, demorar, decidirme a proponer lo que deseo. Vestir nuestros cuerpos desnudos con un bañador y salir de la cabaña. Vapor sobre las aguas, vapor dando textura a lo invisible, vapor que filtra la luz de los candiles y entonces gasas refulgentes cuelgan de cada adormidera. La piel busca su equilibrio entre el ardor y la gelidez, dudan los sentidos. La silueta de las montañas es una sombra recortada contra el cielo, más allá de estos Andes que nos rodean solo está la noche, esta noche detenida en insólita belleza. Puedo escuchar el latido del planeta, el universo susurrándome: estás vivo, estás vivo...

Tomo tu mano, ahogo el alarido.

1 comentario:

Vilma Rubi dijo...

Å å å å increiblemente bello en la imagen mágica del lugar ... lugar que extranio ... abrazos