14 de julio de 2006

Vuelta

Me ocurre a veces en Madrid caminar por la calle y, como una gaviota que de pronto cruzara el horizonte, convertirse ese espacio en un recuerdo de estos años que la ciudad me lleva acogiendo. Son ya cuatro casas, cuatro barrios, cuatro formas de adaptarse a lo que llaman hacerse mayor o crecer y que yo llamo, simplemente, saber de qué va esto de la vida. Y cuando esa gaviota vuela ante mis ojos, me doy cuenta de que aquí soy feliz, que es un viento de nostalgia y de orgullo lo que transpira mi piel en ese regreso efímero a quién yo era cuando caminaba por tal o cuál lugar hace tres, cuatro años.

Me pasó esta mañana. Mis labios le susurraron gracias a la gaviota y continué remando.

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