Tenías esa forma de ser por la que yo te amaba sin límite pero, curiosamente, sin saber muy bien por qué, y es que de pronto me traías un trozo de tarta que habías cocinado o me hablabas de tu pasión por los pingüinos y, cómo explicarlo, mi garganta se estrechaba ahogando las palabras que nunca, nunca podrían explicar lo que entonces sentía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario